Nuestro cabello es una parte viva de nuestro cuerpo, por lo que debemos cuidarlo a diario, tanto por fuera como por dentro.
Muchos factores externos del día a día, como el estrés, el viento, tintes capilares, ciertas enfermedades, o malos hábitos de higiene pueden poner su salud en peligro.
Cuando nuestro cabello se daña y debilita, tiene tendencia a caer de manera más abundante. También presenta un aspecto seco, y pierde brillo. Os damos las claves para tener un aspecto saludable en tu cabello. Existen además mitos sobre su cuidado, de los que también os vamos a hablar.
Con frecuencia, pensamos que la función de nuestro cabello es meramente estética. Sin embargo, también es un receptor que nos ayuda a mantener el equilibrio magnético, siendo la parte de nuestro cuerpo donde encontramos más silicio.
Consejos para cuidar el cabello
Queremos que vuestro cabello luzca sano y fuerte, por lo que hemos elaborado una lista de consejos que os animamos a poner en práctica:
- Evita el exceso de grasa en el cabello porque disminuye la oxigenación capilar y activa la proliferación de microbios.
- Utiliza productos que se adapten a las características de tu pelo.
- El agua caliente estimula las glándulas sebáceas, por lo que te recomendamos lavar el cabello con agua tibia o fría.
- Intenta utilizar lociones o bálsamos específicos después del lavado. También te puedes hacer pequeños masajes para estimular la circulación de la sangre.
- Un error que cometemos normalmente es frotar nuestro cabello cuando aún está mojado.
- A la hora de lavarte el pelo, en primer lugar, debes enjuagarlo para eliminar la suciedad excesiva, aplicar poca cantidad de champú, posteriormente acláralo con agua templada o fría.
- Emplea cepillos con cerdas naturales para eliminar pelos, células muertas y el polvo que pueda estar presente en nuestro cabello.
- Si tu cabello es seco, te aconsejamos el uso de champús muy hidratantes, que sean ricos en vitamina B y queratina.
- Si el cabello tiene tendencia grasa, debes emplear champús astringente y lavarlo con agua fría. Además, debes cepillarlo de manera suave, para evitar así la estimulación de las glándulas sebáceas.
